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El Caminante de los senderos hacia la luz y la sabiduría se funde con la gente de su tiempo, se camuflajea como los demás, su estrategia de lucha interna o trabajo sobre sí mismo es no alimentar o inflar su ego, así evita todo aquello que lo haga sentirse o verse como alguien "especial"
, diferente, único o que llame la atención de los demás; no es por ni por su forma de vestir, hablar, corte de cabello o por las cosas que se pone como se le reconoce; sino por su actitud y animo ante las circunstancias de la vida, por lo que piensa y más aun por lo que hace (por sus frutos les conoceréis); es coherente con lo que dice, tiene unidad interna, piensa, siente y actúa en consecuencia y congruencia, si enseña es con el ejemplo, si habla de algo es porque ya lo ha experimentado, transmite lo que ha aprendido con sencillez y amor, sin preferencias ni dobles intenciones.No intenta convencer a nadie de nada, demostrar lo que sabe, ganar seguidores o polémicas, siempre se mantiene centrado, sereno, sin apegos o fijaciones, fluye, vive lo que le toca en armonía con las cambiantes circunstancias; no lucha pero vence, más allá del bien y del mal, se establece en el centro de su ser.
Comprende que todo es relativo y evolutivo, por eso no se apega a sus ideas y creencias actuales sabe que en cada etapa de su desarrollo vera las cosas de una manera diferente y cada vez con mayor amplitud y claridad, el caminante esta en constante cambio igual que la naturaleza, sabe que al final (verdaderamente no hay final) del camino está la verdad y la unidad. Que solo al alcanzar ese estado se hará consciente y comprenderá que siempre había estado en ella, sin saberlo; dormido a esa realidad. Sabe que el camino es personal, que nadie da pasos por él y que desde la cima de su montaña interior ve que a esa meta se podía llegar por múltiples caminos de ascenso todos igualmente válidos, aunque puedan tener diferente ruta, dirección o velocidad. Cada caminante asciende a la meta por el camino que le corresponde transitar.
Asimila que las cosas son perfectas tal cual son, que hay una justicia y sabiduría en todo cuanto ocurre, independientemente de que lo perciba o no y reconoce que al mundo lo ve como una proyección de su estado interior, que el territorio que debe cambiar es su propio interno, pues como dijo Lao Tse: "El que vence a los demás es fuerte, el que se vence a sí mismo es poderoso", y Jesús dijo: "Antes de ver la paja en el ojo ajeno, quita la viga que tienes en el propio".
Dividir el mundo y sus eventos en buenos y malos, es vivir en la ilusión, vivir en la dualidad; no hay tal bien y mal, todo depende de la perspectiva; las cosas son buenas o malas solo desde nuestro enfoque y ello debido a la programación que recibimos a través de la educación, cultura, religión, época, lugar, circunstancia, etc., vemos al mundo como nos enseñaron a percibirlo.
Bien y mal son subjetivos, ilusorios, lo que es bueno aquí es malo allá, lo que es bueno ahora fue malo antes o lo será después, su relatividad depende de tiempo y lugar. Sin embargo, podríamos llamar “mal” a todo aquello que nos impida evolucionar, tal como: defectos, vicios, represiones, rutinas, apegos, bajos instintos, complejos, bloqueos, ego, etc., esos son nuestros espejismos, nuestro mal personal; mientras que todo aquello que nos ayuda a despertar, a liberarnos de todo lo mencionado antes, podríamos llamarlo “bien”, como por ejemplo: saber dar y recibir, observarse a sí mismo, perdonar, aceptar las circunstancias de la vida como se presenten, o enfrentarlas si así se decide pero con estrategia y consciencia de cuando y cómo hacerlo, aprovechando el mejor momento; también el ser sencillos, naturales, espontáneos, flexibles, seguir siempre adelante y discernir la sabiduría no importa de la fuente que venga, aprender de todo y de todos, buscar de y con el corazón, llevar en la vida alguna disciplina de desarrollo interior, etc.
El Caminante sabe que nació y vive en el lugar preciso, en el tiempo exacto donde se conjugan los factores más propicios a su evolución, por ello busca sin que parezca buscar, espera sin impaciencia, sabe que lo que en verdad necesita está muy cerca, aquí y ahora; y no en el pasado, el futuro o el más allá, etc., los viajes que emprende en la búsqueda de la verdad son hacia su interior, y si hace un peregrinaje de búsqueda en el mundo exterior, simultáneamente lo hace en su interno.
Aquí y ahora es su centro de atención, el caminante se siente universal, planetario, cósmico, por ello en libertad puede participar en cualquier grupo o grupos pero sin apegos ni dependencias; no se siente ni salvador, ni salvado; sino solo parte de un gran proceso, una pieza más del plan cósmico.
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