La persona psíquicamente sana

La persona que se encuentra sana, desde un punto de vista psícológico:

POSEE IDEALES:

Los ideales son propósitos de vida, algo por lo cual luchar, algo por lo cual vivir e incluso morir si es necesario.

La mayor parte de las personas que padecen enfermedades muy agresivas, como por ejemplo el cáncer, carecen de ideal, mientras que las personas que tienen claro el norte de sus vidas, rara vez se enferman y, cuando lo hacen, las patologías suelen tener un curso benigno.

El ideal da fuerza interior, reorganiza la vida le da sentido a la misma y estabilidad a largo plazo al psiquismo.

El ideal tiene un gran poder reorganizador de la personalidad y nos da solvencia para enfrentarnos a situaciones difíciles. Un estudio realizado acerca de las personas que se han enfrentado a situaciones y pruebas extremas con éxito, nos revela que el mismo ha sido determinante para esto. Uno de los casos entrevistados es el de un oficial norteamericano, atrapado en la segunda guerra mundial y torturado con los más terribles métodos para que le diera a los nazis información vital de inteligencia que este oficial conocía y, sin embargo, no les dio la misma. Cada vez que estaba en una de estas sesiones de "tratamiento", si sentía miedo o angustia se repetía a sí mismo la frase­ "El señor es mi fuerza, mi roca y salvación'; continuamente; se metía en su ideal espiritual con toda su fuerza y éste le hacía capaz de tolerar lo que normalmente no se puede, es decir, elevados niveles de dolor y angustia. Este oficial se alistó en el ejército porque quería defender la libertad (un ideal) y luego de la guerra no mostró el síndrome post traumático, típico en estos casos, sino una gran madurez y sabiduría.

Carl Jung, ya entrevió la importancia del ideal, cuando escribió que, para poder sentirnos realizados, necesitamos sentir que estamos utilizando plenamente nuestro potencial en la consecución de un propósito, considerado superior.

El psiquiatra Viktor Frankl, discípulo de Freud, fue hecho prisionero en un campo de concentración nazi; allí pudo observar que aquellos que no eran capaces de conseguirle un sentido a lo que estaban haciendo, de compenetrarse con los pequeños detalles de la vida, o de tener algo por lo cual vivir que los motivara, se deterioraban rápidamente y fallecían, en contraposición a aquellos que en medio de las peores depravaciones posibles, podían ver lo bueno de un amanecer, hacerse amigo del ratoncito de la barraca y en ello encontraron sentido de la vida, respaldado por un ideal, pero sobre todo tener un motivo por el cual seguir viviendo.

El paciente típico de cáncer no posee ideal; sin embargo, hay literatura bien consolidada, de que algunos pacientes luego del shock inicial de recibir la noticia de su enfermedad, se replantearon la vida, se dieron cuenta de los propósitos fundamentales de la misma, los vivieron y tuvieron una remisión "espontánea" de su enfermedad. Igualmente en lo grupos de autoayuda de pacientes con cáncer cuando ellos asumen un ideal, evolucionan con más frecuencia hacia la curación, los que no lo hacen suelen sobrevivir más tiempo y en mejor estado que aquellos que no han realizado este trabajo.

El ideal puede ser económico o físico; también intelectual ó mental y, finalmente, puede ser espiritual; lo mejor es tener un ideal en cada plano de estos tres, pero congruentes entre sí.

El paciente que tiene carencia de ideales, es bueno que medite y reflexione a cerca de los mismos y que escriba sus ideales en estos 3 niveles, no importa que con-el tiempo cambien; lo que es más, en la misma mayoría de nosotros esto ocurre a medida que maduramos.

Cuando el paciente está desorientado o deprimido, cuando tiene una enfermedad grave o de larga data, es bueno revisar si hay o no ideal, casi siempre faltará o será inconsciente (poco movilizador).

Una realidad final ala que todos tenemos que enfrentarnos es ala muerte; este pasaje puede hacerse sin angustia, si el paciente ha logrado hacerse un fuerte ideal, especialmente si es de tipo espiritual y si este es conocido adecuadamente por el terapeuta, podrá apoyarlo mejor en estos momentos.

En la práctica hemos encontrado que lo mejor es que el paciente empiece buscando su ideal por é1 nivel espiritual, luego el mental y finalmente el físico. Si el orden se invierte, lo que resulta, no suele tener la fuerza suficiente como para movilizar la totalidad de individuo y generar cambios profundos.

ASUME LAS RESPONSABILIDADES:

Otra característica de la persona sana es la, capacidad de asumir la responsabilidad por lo que le sucede, tanto lo que considera bueno, como lo que considera malo o aquello por lo que no emite juicios de valor.

Cuando una persona traslada la responsabilidad de su enfermedad a agentes externos: la mala suerte, la situación económica, los virus, los demás, etc., se queda en posición indefensa, él es la víctima de circunstancias sobre !as que tiene escaso poder; ello genera una menor capacidad de enfrentarse anímica y biológicamente a la enfermedad y una mayor susceptibilidad a la misma, pues deprime su sistema inmunológico como lo evidencian los estudios de psiconeuroinmunología. Muchas publicaciones de esta ciencia han mostrado como el sentirse impotente ante una situación, deprime el sistema inmunológico.

Por el contrario, si una persona asume la responsabilidad por su enfermedad o su situación en la vida, puede empezar a tener poder creciente sobre las mismas. El enfoque médico - naturista enseña que la enfermedad es producto de faltar a las leyes de la naturaleza, básicamente, de un estilo de vida inadecuado, pero esto también implica que, el volver a vivir conforme a las mismas, nos puede devolver la salud, que la enfermedad es en primer término nuestra responsabilidad al igual que lo es nuestra salud.

Cuando la persona asume la responsabilidad por la enfermedad de un modo constructivo, es decir, no para culparse, sino para adquirir poder sobre su situación, crecer y ayudarse a curar, entonces aprende de la misma. Esta experiencia lo enriquece como ser humano y además facilita enormemente el camino de la sanación.

Un riesgo a evitar, al asumir la responsabilidad por nuestras vidas, es el auto culparnos, el auto condenarnos; los juicios de valor con respecto a lo que hemos hecho, no sólo no nos ayudarán, sino que se pueden convertir en poderosos obstáculos para nuestra salud y calidad de vida.

PIENSA EN LAS SOLUCIONES ANTES QUE EN LAS DIFICULTADES:

La persona psíquicamente sana esta orientada hacia soluciones constructivas.

Muchas personas ante un problema tienen el hábito psíquico de buscar qué dificultades hay que hagan imposible, o muy difícil, resolver el mismo. Esto es un patrón mental patológico, mientras la persona sana, ante la misma situación, busca qué puede hacer para solucionarlo, es decir, la persona psíquicamente sana está orientada principalmente hacia las soluciones y no hacia los problemas.

El que piensa fundamentalmente en dificultades está a la deriva, las pequeñas cosas se transforman en barreras insalvables, si está enfermo verá grandes dificultades tanto para cumplir el tratamiento como para reaccionar curándose.

La persona que piensa en soluciones, no sólo es capaz de cumplir las indicaciones que el médico realiza, sino que, algunas veces, llega a sugerir cómo realizar mejor la terapia curativa. Sus acciones dentro y fuera del tratamiento indicado por el médico contribuyen a la sanación.

Todos los logros de la humanidad: la televisión, la libertad de los esclavos, la curación de la tuberculosis etc., han sido hechos a pesar de que mucha gente creía que ello era imposible, pero algunos pocos no asumieron tal limitación, trabajaron por resolver el problema y estos fueron los que lo lograron.

Las dificultades para cambiar desde los hábitos personales y sociales insanos, aquellos que nos enferman, pueden ser superadas con eficiencia por las personas que buscan soluciones.

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